Amor, magia o cóctel o hormonas?
¿Existe el amor de por vida? ¿Pueden dos personas que no se conocen, conectarse de tal forma que quieran pasar el resto de sus vidas juntas? ¿Por qué los divorcios se han incrementado en los últimos años? Y todavía más importante, ¿No es el amor otra cosa más que una serie de reacciones bioquímicas en nuestros organismos? Todas estas son preguntas que a lo mejor todos nos hemos tomado la molestia de ponernos a pensar durante esas noches en las que no podemos conciliar el sueño, pero por otra parte, habrá quienes crean ciegamente en la “magia”, en lo inexplicable del amor.
Yo personalmente, no nací dudando en el amor, al igual que la mayoría de nosotros, fui testigo de películas de Disney, y cuentos de hadas que generalmente terminaban en “felices por siempre”. Tanto que cuando me llegó la hora, llegue a estar “enamorado”, por falta de una mejor palabra, de una chica por más de 4 años. Si me hubieran pedido que explicase que miraba en esta mujer, no lo hubiese podido hacer, era algo que me cegaba de la galería de malas cualidades de esta persona. Pasaba tanto el tiempo, y a pesar de que nunca llegamos a nada, yo seguía igual de loco cada día. Sin embargo, un día como cualquiera de los otros, desperté y ya no sentía nada por esa persona. Lejos quedo el amor, el hechizo del cual me sentía víctima, ella me era ahora, una persona como cualquier otra.
Pues por siglos, las personas que hicieron el mayor avance en los campos del amor, fueron poetas, músicos y ya más recientemente, cineastas. Eso es lo cierto, nuestra sociedad siempre ha estado bombardeada de historias de amor, cuentos como Tristán e Isolda, joyas de la literatura como Romeo y Julieta o Crimen y Prejuicio, y ya en nuestras generaciones, a esto, se le suman radioemisoras dedicadas completamente al amor, horas y horas de teleseries, telenovelas, y películas, que terminan metiéndose en nuestras cabezas, y en nuestras bolsas en días como el 14 de febrero, de que el amor verdadero si existe. Pero con los avances en los campos científicos, ya se ha dejado a los artistas como consultores honoríficos, escritores de citas para terminar un ensayo, y son los psicólogos y neurocirujanos, quienes nos han desvelado un poco más sobre los secretos de esa sensación, por la que no dudo todos hemos pasado. Así, que si usted cree incondicionalmente en el amor verdadero, le sugiero que deje de leer y abandone la habitación en este momento, pues lo que a continuación se informara, podrá dejar sus creencias al respecto en alas de cucaracha.
Helen Fisher, una antropóloga estadunidense, es una de las personas que más sabe al respecto, ya que ha dedicado gran parte de sus casi 70 años a los estudios bioquímicos del amor. La Dra. Fisher ha concluido, tras años de investigación, que el amor se reduce a tres etapas generales: lujuria, romance, y apego.
La primera etapa, la lujuria, se caracteriza por un deseo sexual, y esta etapa es llevada a cabo, principalmente por las hormonas sexuales de los humanos, la testosterona y el estrógeno. Luego viene la parte del romance, o la atracción, la parte de la que estoy seguro, es la que más disfrutamos. Pues todo esto se ha podido adjudicar principalmente, a tres neurotransmisores, adrenalina, dopamina y serotonina. Durante las primeras etapas del enamoramiento nuestro organismo activa la respuesta al estrés, incrementando los niveles de adrenalina y cortisol en la sangre, causando ese efecto, de cuando nomas nos encontramos con esa persona, empezamos a sudar, se sube nuestro ritmo cardiaco y se nos seca la boca.
Por medio de resonancias electromagnéticas, científicos como Helen también lograron descubrir que al enseñar una fotografía de sus enamorados a los sujetos de los experimentos, estos liberaban grandes cantidades de dopamina, el neurotransmisor responsable del deseo y recompensa en el cerebro. La dopamina provoca energía intensa, agudiza la atención y motiva para obtener recompensas. Es por esto que los recién enamorados pueden pasar despiertos toda la noche, ver el amanecer, correr en una competencia, o tirarse en bicicleta por una pendiente, que normalmente consideraríamos demasiado alta. La dopamina tiene en nuestro organismo, los mismos efectos que la cocaína.
Finalmente, la serotonina es también importante para esta fase, pues es la responsable de que esa persona amada, aparezca a cada momento en nuestros pensamientos. Científicos han realizado experimentos en los que se comprueba, que los bajos niveles de serotonina en los pacientes obsesivos-compulsivos son idénticos a los de personas enamoradas, por lo cual se dice que el amor y las enfermedades mentales, son difíciles de diferenciar.
Desafortunadamente, numerosos estudios realizados en diversas partes del mundo, confirman que la pasión generalmente se acaba. Es acá, donde entra la tercera etapa, que aunque ya no tan emocionante, se podría decir es la de mayor importancia. A esta etapa se le conoce como el apego, y es esa parte en la que se llega a una estabilidad necesaria para llegar a criar una familia. Aquí, nuevamente, se hacen presentes un par de hormonas, la oxitocina y la vasopresina. Esta primera es una hormona que estimula sentimientos de conexión y la creación de lazos afectivos, y que se libera cuando uno abraza a un ser querido, o cuando las madres amamantan a los hijos. Experimentos, revelaron que al bloquear los receptores de oxitocina en ratas, estos animales rompen sus vínculos monógamos y buscan otras parejas. Similarmente, al inyectar oxitocina en ratas que aún no tienen crías, se pudo observar que estas adoptan los hijos de otras ratas como si fuesen los propios. A algunos les parecerá incorrecto, pero llegara un punto en que la ciencia podrá explicar inclusive, cosas como el amor de madre.
Es curioso, saber también, que hay un factor cultural involucrado en el amor, claro que este factor se ha ido perdiendo poco a poco, a medida que la sociedad se ha globalizado. Pero por raro que parezca, aún existen variaciones curiosas como el caso de la tribu fulbe del Norte de Camerún en África, donde si un hombre muestra señales de enamoramiento, como pasar mucho tiempo con sus esposas, entonces se convierten en objetos de burlas, y se les llega a considerar víctimas de un hechizo. Por otro lado, en países como la India, hay muchas personas que consideran al amor romántico peligroso, y es todavía mayoritario en esa sociedad, el pensamiento de que los matrimonios arreglados tienen mayores posibilidades de éxito.
Algo de acertado tendrán los hindúes, pues es parte de la vida llegar a poder disfrutar de los amores pasionales durante nuestra existencia, pero al momento de formar una pareja estable, para criar una familia, se debería de tomar en cuenta, factores más importantes que la pasión, pues si esta se llegase a acabar y nos encontrásemos en nuestro hogar a una pareja que nos aburre y que no tenemos nada en común, pues estaremos frente a un problema.
Sobre todo, se debe saber que este es un tema complicado. Por más que se diga que el amor eterno es un mito Hollywoodense, se cuenta de casos en los que este se ha mantenido por más de 50 años. Es difícil poder llegar a una conclusión, pero para muchos de nosotros, y más los que hemos pasado por esos sentimientos, nos cuesta trabajo imaginarnos que todo eso es ocasionado nada más por un coctel de hormonas y proteínas. La ciencia dirá si algún día podremos ir a la farmacia y comprar una inyección de amor, pero quedándonos en nuestras vidas personales, me parece difícil pensar en lo aburrido que la vida sería si este factor no estuviese en juego. Decía el famoso psicólogo Suizo Erich Fromm, que el amor es lo más cercano a un significado de la vida que jamás encontraremos. El romanticismo del amor bien podría ser solamente una decoración para que sigamos perpetuando la especie, pero nada de lo aquí dicho podría convencer a una persona enamorada, de que no hay algo más en juego, y la verdad es que ninguno de nosotros nos gustaría convencernos de tal cosa. El amor, seguirá siendo uno de los misterios de la ciencia.
Yo personalmente, no nací dudando en el amor, al igual que la mayoría de nosotros, fui testigo de películas de Disney, y cuentos de hadas que generalmente terminaban en “felices por siempre”. Tanto que cuando me llegó la hora, llegue a estar “enamorado”, por falta de una mejor palabra, de una chica por más de 4 años. Si me hubieran pedido que explicase que miraba en esta mujer, no lo hubiese podido hacer, era algo que me cegaba de la galería de malas cualidades de esta persona. Pasaba tanto el tiempo, y a pesar de que nunca llegamos a nada, yo seguía igual de loco cada día. Sin embargo, un día como cualquiera de los otros, desperté y ya no sentía nada por esa persona. Lejos quedo el amor, el hechizo del cual me sentía víctima, ella me era ahora, una persona como cualquier otra.
Pues por siglos, las personas que hicieron el mayor avance en los campos del amor, fueron poetas, músicos y ya más recientemente, cineastas. Eso es lo cierto, nuestra sociedad siempre ha estado bombardeada de historias de amor, cuentos como Tristán e Isolda, joyas de la literatura como Romeo y Julieta o Crimen y Prejuicio, y ya en nuestras generaciones, a esto, se le suman radioemisoras dedicadas completamente al amor, horas y horas de teleseries, telenovelas, y películas, que terminan metiéndose en nuestras cabezas, y en nuestras bolsas en días como el 14 de febrero, de que el amor verdadero si existe. Pero con los avances en los campos científicos, ya se ha dejado a los artistas como consultores honoríficos, escritores de citas para terminar un ensayo, y son los psicólogos y neurocirujanos, quienes nos han desvelado un poco más sobre los secretos de esa sensación, por la que no dudo todos hemos pasado. Así, que si usted cree incondicionalmente en el amor verdadero, le sugiero que deje de leer y abandone la habitación en este momento, pues lo que a continuación se informara, podrá dejar sus creencias al respecto en alas de cucaracha.
Helen Fisher, una antropóloga estadunidense, es una de las personas que más sabe al respecto, ya que ha dedicado gran parte de sus casi 70 años a los estudios bioquímicos del amor. La Dra. Fisher ha concluido, tras años de investigación, que el amor se reduce a tres etapas generales: lujuria, romance, y apego.
La primera etapa, la lujuria, se caracteriza por un deseo sexual, y esta etapa es llevada a cabo, principalmente por las hormonas sexuales de los humanos, la testosterona y el estrógeno. Luego viene la parte del romance, o la atracción, la parte de la que estoy seguro, es la que más disfrutamos. Pues todo esto se ha podido adjudicar principalmente, a tres neurotransmisores, adrenalina, dopamina y serotonina. Durante las primeras etapas del enamoramiento nuestro organismo activa la respuesta al estrés, incrementando los niveles de adrenalina y cortisol en la sangre, causando ese efecto, de cuando nomas nos encontramos con esa persona, empezamos a sudar, se sube nuestro ritmo cardiaco y se nos seca la boca.
Por medio de resonancias electromagnéticas, científicos como Helen también lograron descubrir que al enseñar una fotografía de sus enamorados a los sujetos de los experimentos, estos liberaban grandes cantidades de dopamina, el neurotransmisor responsable del deseo y recompensa en el cerebro. La dopamina provoca energía intensa, agudiza la atención y motiva para obtener recompensas. Es por esto que los recién enamorados pueden pasar despiertos toda la noche, ver el amanecer, correr en una competencia, o tirarse en bicicleta por una pendiente, que normalmente consideraríamos demasiado alta. La dopamina tiene en nuestro organismo, los mismos efectos que la cocaína.
Finalmente, la serotonina es también importante para esta fase, pues es la responsable de que esa persona amada, aparezca a cada momento en nuestros pensamientos. Científicos han realizado experimentos en los que se comprueba, que los bajos niveles de serotonina en los pacientes obsesivos-compulsivos son idénticos a los de personas enamoradas, por lo cual se dice que el amor y las enfermedades mentales, son difíciles de diferenciar.
Desafortunadamente, numerosos estudios realizados en diversas partes del mundo, confirman que la pasión generalmente se acaba. Es acá, donde entra la tercera etapa, que aunque ya no tan emocionante, se podría decir es la de mayor importancia. A esta etapa se le conoce como el apego, y es esa parte en la que se llega a una estabilidad necesaria para llegar a criar una familia. Aquí, nuevamente, se hacen presentes un par de hormonas, la oxitocina y la vasopresina. Esta primera es una hormona que estimula sentimientos de conexión y la creación de lazos afectivos, y que se libera cuando uno abraza a un ser querido, o cuando las madres amamantan a los hijos. Experimentos, revelaron que al bloquear los receptores de oxitocina en ratas, estos animales rompen sus vínculos monógamos y buscan otras parejas. Similarmente, al inyectar oxitocina en ratas que aún no tienen crías, se pudo observar que estas adoptan los hijos de otras ratas como si fuesen los propios. A algunos les parecerá incorrecto, pero llegara un punto en que la ciencia podrá explicar inclusive, cosas como el amor de madre.
Es curioso, saber también, que hay un factor cultural involucrado en el amor, claro que este factor se ha ido perdiendo poco a poco, a medida que la sociedad se ha globalizado. Pero por raro que parezca, aún existen variaciones curiosas como el caso de la tribu fulbe del Norte de Camerún en África, donde si un hombre muestra señales de enamoramiento, como pasar mucho tiempo con sus esposas, entonces se convierten en objetos de burlas, y se les llega a considerar víctimas de un hechizo. Por otro lado, en países como la India, hay muchas personas que consideran al amor romántico peligroso, y es todavía mayoritario en esa sociedad, el pensamiento de que los matrimonios arreglados tienen mayores posibilidades de éxito.
Algo de acertado tendrán los hindúes, pues es parte de la vida llegar a poder disfrutar de los amores pasionales durante nuestra existencia, pero al momento de formar una pareja estable, para criar una familia, se debería de tomar en cuenta, factores más importantes que la pasión, pues si esta se llegase a acabar y nos encontrásemos en nuestro hogar a una pareja que nos aburre y que no tenemos nada en común, pues estaremos frente a un problema.
Sobre todo, se debe saber que este es un tema complicado. Por más que se diga que el amor eterno es un mito Hollywoodense, se cuenta de casos en los que este se ha mantenido por más de 50 años. Es difícil poder llegar a una conclusión, pero para muchos de nosotros, y más los que hemos pasado por esos sentimientos, nos cuesta trabajo imaginarnos que todo eso es ocasionado nada más por un coctel de hormonas y proteínas. La ciencia dirá si algún día podremos ir a la farmacia y comprar una inyección de amor, pero quedándonos en nuestras vidas personales, me parece difícil pensar en lo aburrido que la vida sería si este factor no estuviese en juego. Decía el famoso psicólogo Suizo Erich Fromm, que el amor es lo más cercano a un significado de la vida que jamás encontraremos. El romanticismo del amor bien podría ser solamente una decoración para que sigamos perpetuando la especie, pero nada de lo aquí dicho podría convencer a una persona enamorada, de que no hay algo más en juego, y la verdad es que ninguno de nosotros nos gustaría convencernos de tal cosa. El amor, seguirá siendo uno de los misterios de la ciencia.
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