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En algún momento mi papá tenía un sueño, o quizá sea más apropiado llamarlo una idea: tener una librería. A decir verdad hace ya muchos años que no lo escucho hablar de ella. En el transcurso de estos años ha pasado a reconocerse como un mal vendedor, y realmente, poner un negocio en Honduras es una rifa contra la casa. No solo hay lidiar con delincuencia, enredos de aduana, y una sociedad sumida en la ignorancia que poco pensaría en gastar dinero en libros. Y realmente, con la devaluación de la moneda y el alto precio de los combustibles y la canasta básica, no se les puede criticar por no hacerlo. Comprar libros es un lujo y probablemente no haya peor idea de negocio en mi país que esa. Además, conozco a mi papá y probablemente se inclinaría por abastecer con aquellos libros que a él le gustaría tener en su colección, no precisamente aquellos que demanda el mercado. Voy a todo esto porque un blog es parecido, claro está, sin la necesaria inversión económica y tan solo una modest