¿Cómo se llamaría el disco sobre ir a tu bar favorito?


Regreso tras un par de semanas de ausencia, principalmente a que me he encontrado de viaje y se me ha hecho difícil acelerar la escritura, realmente admiro a quienes deben de escribir más de un artículo cada semana, pero al pensar que dedican todo su tiempo a ello me doy cuenta que en vez de admiración, bien podría ser envidia. He visto varias películas pero generalmente hablar de estas conlleva un poco más de organización mental y a veces hasta revisitar películas enteras que requieren 2 o 3 horas de atención, a diferencia de los discos, los cuáles una vez seleccionados los llevo conmigo a todas partes y los puedo escuchar en todo tipo de situaciones. El comienzo de año es lento y por eso en estas primeras 3 entregas he tomado en mis selecciones caminos bastante particulares, de un emo-punk a metal instrumental a hablarles hoy de un cantante/compositor (singer/songwriter) canadiense que es posible muy pocos hayan escuchado sobre él. Mientras me distancié del blog, discos más "grandes" o llámese "prominentes" han salido, entre ellos el Have We Met de Destroyer, Quadra de Sepultura y especialmente el viernes pasado: The Slow Rush de Tame Impala, con Miss Anthropocene de Grimes a salir en un par de días. 

Pero volviendo (o más bien presentando) a The Neon Skyline de Andy Shauf, el disco que me hizo preguntarme que le ha pasado hoy por hoy a ese género que fue tan importante por muchos años y que de alguna u otra forma siguió existiendo con un declive quizá en la primera década de este milenio. Al mencionar cantantes/compositores se les debería de venir a la mente Bob Dylan, Neil Young, Joni Mitchell, Nick Drake, Tom Waits, Leonard Cohen, Nick Cave, Kate Bush, etc. y entre los más recientes Elliott Smith, Sufjan Stevens, Joanna Newsom, PJ Harvey, Mark Kozelek de Sun Kil Moon y Phil Elverum de The Microphones y Mt. Eerie. Pero hasta los nombres más recientes del segundo listado datan sus primeros trabajos a los primeros 5 años del 2000, así que ¿qué ha pasado con este otrora bastión de la música pop? Por un lado, antes existía una cabida para este tipo de artistas dentro de las listas de popularidad. Hoy en día los artistas más grandes como Drake, Ariana Grande o Beyoncé son producto de grupos de productores y escritores que construyen toda una maquinaria alrededor de sus figuras y difícilmente podemos pensar en ellos como "el compositor y su instrumento" (¿cuál sería el instrumento de estas figuras). Quizá y la única persona que calificaría sería Lady Gaga y de no ser por A Star Is Born, poco sabríamos de Gaga en los últimos 5+ años. Pero los artistas antes mencionados también muestran otra tendencia, la inclinación de la música hacia un sonido más pulido y más electrónico.


Pero a quienes gustan de escarbar un poco más, el género sigue bastante sano, tan solo la década pasada vimos el surgimiento de artistas como Courtney Barnett, The Tallest Man on Earth, Sharon Van Etten, Mac Demarco, Kurt Vile, Father John Misty, Angel Olsen, Mitski, Car Seat Headrest, Julien Baker y la misma Natalia Lafourcade, resaltando como las artistas femeninas están haciendo algunos de los proyectos más interesantes de la actualidad (revisen las listas de final de año de casi cada publicación y más de la mitad de las selecciones son artistas femeninas que caen dentro del espectro del singer/songwriter). Dos de mis artistas favoritos y más constantes de esa lista son Kurt Vile y Demarco, pero el sonido de estos sujetos es altamente identificable gracias a su estética "slacker" que dan ganas de sacar tu guitarra, una caja de cigarros y hacer eso el resto de la tarde. Es difícil encontrarse con un sonido como el de Bob Dylan, el del "storyteller", la figura contracultura que se ha tardado en salir en estos agitados pero sobrecargados tiempos. Andy Shauf se acerca un poco más a ese sonido, aunque no tanto como, digamos The Tallest Man on Earth. A decir verdad, si habría que comparar el sonido de Shauf con un compositor de renombre, la comparación más acertada sería Paul Simon.


Shauf es canadiense, nacido en Saskatchewan, una de las provincias menos pobladas de Canadá y comenzó tocando música cristiana, ya que fue la banda de su iglesia la que le abrió las puertas al mundo de la música, dejándole tocar la batería en la banda ministerial, aunque ya que sus padres tenían una tienda de electrónicos e instrumentos, siempre tuvo acceso a distintos instrumentos musicales. En 2009 Shauf comenzó su carrera como solista y desde 2012 con su disco The Bearer of Bad News comenzó a ganar renombre a nivel regional llegando incluso a ganar un premio en los Western Canadian Music Awards. Su siguiente trabajo, The Party le seguiría ganando adeptos, llegando a ser nominado al premio Polaris a lo mejor de la música canadiense. The Party también representaba su trabajo más ambicioso hasta la fecha. Ya con años de separación de su pasado en la música cristiana, Shauf buscó con The Party contar una historia sobre el final de una fiesta donde nadie parece estar pasándola bien. Sin embargo, el nacimiento de este proyecto fue accidentado y no fue pensado como un álbum conceptual desde su concepción. Este iniciaría con Shauf ganando un grant para ir a grabar tres días a Alemania, se llevó a dos músicos acompañantes pero terminó dándose cuenta que trabajaba mejor solo. Shauf toca todos los instrumentos en cada uno de sus álbumes.


Donde el concepto de The Party surgió a media grabación, Shauf estaba determinado en jugar con el concepto del álbum conceptual para su siguiente trabajo. La idea de The Neon Skyline gira alrededor de una noche en el bar, donde el narrador de la historia sale con un amigo y se encuentra a su ex. El prolífico Shauf terminó con más de 50 temas alrededor de este concepto y probablemente su mayor trabajo fue editar a las 11 canciones que componen el disco. Yo me aventuré a escoger este disco para reseñar (y escuchar repetidas veces) porque de entrada me agrado el sonido y me pareció fresco entre los singer/songwriters más guitarreros que circulan por ahí. Si bien no suelo poner mucha atención a las letras (al menos que sean o muy buenas o muy malas), también me agradó la cadencia particular del fraseo de Shauf y el hecho de que cada canción fuese el pedazo de una historia que a diferencia de la mayoría de discos conceptuales, es relativamente fácil de seguir. El álbum gana bastante si se le pone atención a los diálogos y a los pensamientos a veces divagadores del narrador, pero musicalmente el disco se para por sí solo (aunque quizá un poco por debajo de The Party). Si bien, The Neon Skyline nunca llega algo tan sublime y melodioso como los mejores momentos de Graceland, las melodías son variadas, juguetonas y pegajosas como en Clove Cigarette, Try Again o Fire Truck. Realmente es difícil resaltar algún tema en particular, más cuando la intención del autor es que se escuche todo de corrido, como una ida al bar local.


Así que de esta manera cierro con los discos de enero, tres agradables y muy distintos lanzamientos. Si debiera rankearlos, esté iría entre mi favorito de Floral Tattoo y el que difícilmente revisitaré Cell-0 de Apocalyptica. Creo que el disco ha sido un éxito en el sentido de que quiero escuchar más The Party, ya que las pocas reproducciones que le he dado me han parecido que es un disco mejor logrado que este. Además es mi oportunidad para revalorizar a Paul Simon a quién sinceramente desconozco su discografía fuera de su partnership con Art Garfunkel. La idea hacia adelante es poder seguir con Dan Bejar (Destroyer), Tame Impala y Grimes, pero conociéndome, no cuenten del todo con esto, aunque haré mi mejor esfuerzo. Nos vemos en la siguiente entrega. 3.5/5

Álbum también disponible en Spotify

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